Buenos días, es hora de la Copa de la Esperanza, soy Stephanie Winslow y estoy muy agradecida de estar contigo y traerte un mensaje de la palabra de Dios.

 

Aquí nos unimos para profundizar en la palabra de Dios, para encontrar, para esperar…

 

Sabemos que muchos de nosotros estamos pasando por tiempos difíciles y desafiantes, que realmente, nos ponen de rodillas reconociendo que nosotros no tenemos control sobre las circunstancias, vivimos creyendo que podemos controlar nuestro destino, pero, hay momentos de nuestras vidas que llegamos a ese punto donde nos damos cuenta de que, simplemente, no lo hacemos, sabiendo que hemos llegado al final de la cuerda y no tenemos nada.

 

Es el punto al que la vida nos lleva a Dios, justo antes de que nos rindamos, al punto donde ponemos todo delante de él, el lugar más duro, porque nos enfrentamos a todas nuestras buenas y malas decisiones, pero definitivamente el mejor lugar.

 

Nuestras vidas pueden ser cambiadas a través de nuestra relación con Dios en los momentos más duros, difíciles y dolorosos, simplemente, al darnos cuenta, de que estamos equivocados, que creíamos que podemos caminar por las dificultades de este mundo sin él, que pensábamos que podemos hacerlo solos, que somos fuertes, únicos, solo porque estamos acostumbrados a sobrellevar todo, solucionar nuestros tus problemas y los de los demás y así, solo se llega a un lugar desde el cual tú simplemente no puedes, no tienes solución, no puedes hacer ningún progreso como poder curar a la persona que amas y que desesperadamente buscan curar y no puedes decidir lo que pasa, no puedes controlar si alguien vive o muere, por supuesto que podemos clamar al poder del Espíritu Santo y sí, yo creo en la curación, sí, creo que los muertos pueden resucitar, creo en todos estos milagros.

 

En mi vida con frecuencia he elegido intentar vivir, ideando soluciones por mi cuenta que solo me han llevado a un sentimiento de vacío, pero, Dios aparece en esos momentos y él me da y nos da, exactamente lo que necesitamos, nos envuelve y levanta en sus brazos cuando nos acercamos a él, cuando estamos frustrados o cansados, sintiendo como que ni siquiera podemos respirar, pero solo nos queda seguir adelante, y clamamos a Dios, el Señor sale a nuestro encuentro, en esos lugares de nuestra vida donde nos rendimos, Dios nos encuentra en todos nuestros lugares de desesperación.

 

De esto vamos a hablar hoy de la Misericordia de Dios, su misericordia para con nosotros como pecadores y para esta tierra con una humanidad caída por el pecado.

 

Siempre en la vida vamos a caminar a través de cosas que son duras, pero en esos momentos cuando nos rendimos, podemos sentir como Dios nos abraza, nos encuentra, conoce nuestra necesidad más profunda y nos muestra su misericordia, amor y tierna compasión.

 

Esto suena fuerte, que Dios aparece en medio de nuestro dolor, en medio de nuestro duelo, en medio de nuestra frustración, en medio de nuestras preguntas, en medio de esos días cuando ni siquiera podemos sondear lo que está pasando a nuestro alrededor, pero es ahí, donde la misericordia de Dios se muestra más visible, nos extiende su compasión y su presencia.

 

El hecho de que lleguemos a tener a Dios en nuestras vidas, que él se permita bajar a nosotros, envolvernos y caminar acompañándonos a través de nuestro dolor para hablarnos, cuando elegimos escuchar, es muestra de su misericordia en nuestra vida.

Dios no tiene porque bajar a la tierra, para encontrarnos en nuestras necesidades, él no tiene porque envolvernos en sus brazos y traernos su paz, compasión, amor y dulzura, todas esas cosas que hace por nosotros en medio de nuestro dolor, son su misericordia.

 

Estamos atrapados en el pecado por la naturaleza caída de Adán. Todas las dificultades que tenemos que atravesar o lo que sea con lo que estamos tratando en nuestra vida, son resultado del pecado. Como seres humanos, en el mismísimo comienzo de los tiempos con Adán y Eva al comienzo de la creación elegimos el pecado, así que, nuestras vidas deberían ser sin Dios, sin esperanza. La misericordia de Dios no es darnos o no, cosas que supuestamente nos merecemos, porque lo que merecemos es lidiar con el dolor por nuestra propia cuenta, porque como humanos elegimos el pecado, como humanos elegimos dar un paso lejos de Dios. Pero Dios eligió intervenir en la consecuencia, en nuestras circunstancias y extendió su mano de misericordia sobre nuestras vidas.

 

Esta mañana, estábamos Marshall y yo caminando y rezando, cuando Dios me hizo comprender, haciéndome visualizar su cara triste llena de lágrimas recordándome su misericordia, que aún en su grandeza, él siente nuestro dolor como suyo. Esta imagen de su rostro con lágrimas derramadas sobre su cara para mí, fue una señal de su misericordia, que siente nuestro dolor que quiere estar ahí para nosotros, y le duele cuando nos lastiman o lastimamos. Él en su misericordia y compasión, elige acompañarnos, sostenernos, bajar y encontrarnos en lo más profundo de nuestra necesidad y dolor, en lugar de vivir alto y poderoso en su trono donde tiene todo el derecho a vivir porque él es Dios.

 

Quiero leerte un par de versos:

 

Lucas 6:36 dice: Sed misericordiosos como su padre es misericordioso.

 

Mateo 5:7 que dice; Bienaventurados los misericordiosos porque ellos recibirán misericordia.

 

Lo que recibí de estos versículos es tal como he estado orando y pensando, no es del tipo de misericordia en que normalmente pensamos, como la vez pasada que hablábamos del concepto de justicia, que era como dejar ir a alguien libre o no darle el castigo que se merecía, pero, en realidad se refería a que no era nuestra tarea juzgar a otros. Así es el concepto de misericordia de Dios al que me refiero hoy, es el tipo de misericordia, que Dios nos ha mostrado a nosotros, para luego extenderla a otros. Dios nos da la voluntad y el deseo de acompañar a las personas en su dolor.

 

Cuando sentimos nuestro el dolor, nos permite entender, lo que otras personas están atravesando nos da la capacidad de sentir empatía y tener compasión por otros, pero cuando suprimimos nuestro dolor y fingimos que no está ahí, cuando ignoramos los eventos duros que pasan a nuestro alrededor, en realidad nos estamos engañando a nosotros mismos, y nos perdemos de sentir el amor y la compasión, la misericordia de Dios en nuestras vidas porque como dije somos pecadores en esta tierra y lo que deberíamos sentir es el dolor y un dolor sin esperanzas de que eso es la consecuencia del pecado

 

Pero la realidad es que la misericordia de Dios es tan inmensa, que envió a su único hijo Jesús, a morir en la cruz por nosotros, por nuestros pecados, para que no tuviéramos que quedarnos en el dolor y sufrimiento para luego, vivir en la eternidad con él.

 

Tenemos la oportunidad de sentir el dolor, para tener la experiencia de la compasión por aquellos a nuestro alrededor que sufren y entender en mayor profundidad la compasión y amor que Dios quiere traer a nuestras vidas, como él quiere curarnos, quiere caminar junto a nosotros, acompañándonos, queriendo que sintamos su presencia, alejando la soledad que siempre trae el dolor.

 

Su palabra nos dice que, Él salva a los quebrantados de espíritu y sana a los quebrantados de corazón, sana sus heridas, así que si estás caminando por tiempos difíciles -que sé dé mucha gente que lo está en este momento-, en innumerables situaciones, sintiéndote solo, si tú eres una de esas personas o tienes a tu alrededor a alguien en esa situación, ora para que la misericordia de Dios se manifieste en su vida y en tu vida, para que puedas también ser una extensión de la misericordia de Dios en sus vidas.

 

Que cuando vemos a otras personas lastimadas, no les des la espalda pensando solamente en darle palmaditas en la espalda y ya, sino realmente poder entrar en ese dolor con ellos acompañarlos para sentir la compasión que siente Dios, para que lloremos porque nuestros amigos, o nuestras familias son lastimadas. Porque eso es lo que hace nuestro Dios por nosotros, reconocer nuestra necesidad y elige venir encontrarse con nosotros, envolvernos en sus brazos con su misericordia.

 

Oremos:

Querido Dios padre celestial, estoy ante ti esta mañana y confieso Señor que tengo el corazón roto.

Confieso mi Señor que necesito de tu misericordia.

Dios, hoy necesito de tu misericordia, y sé que muchos hermanos también.

Necesito sentir tu misericordia Señor, necesitamos sentir tu presencia, necesitamos sentir tu seguridad y tu fuerza.

Necesitamos que nos des el coraje y la fuerza para enfrentar este día, con el coraje y la fuerza Señor para caminar a través del camino que nos tienes.

Señor, estoy tan agradecida de que a pesar de que hemos elegido el pecado una y otra vez dándote la espalda. Señor tú no dejas de perseguirnos, sigues buscando tener una relación con nosotros, continúas queriendo lo mejor para nosotros y lo mejor para nosotros es tu misericordia. Más aún cuando comprendemos las consecuencias de nuestro pecado y sin embargo en lugar de este castigo Señor, tú nos das tu misericordia, tu compasión.

Gracias Dios por el entendimiento, en la visualización de verte llorar lágrimas reconociendo que nos ves en nuestro dolor, nos ves en nuestra necesidad y estás ahí con nosotros, que no te quedas en tu trono en el cielo, sino que tú bajas a esta tierra y caminas junto a nosotros y tú nos envuelves en tus brazos, así que te agradezco Dios por tu misericordia que me has mostrado, cuando ni siquiera nosotros reconocemos que estamos desesperadamente necesitados de ti, y tratamos de llenar ese vacío en nuestra vida con tantos otras cosas, ya sea alcohol o entumecidos en las redes sociales o viendo programas de TV o lo que sea.

 

Dios que solo haya en nuestros corazones el anhelo de ser llenado por tu presencia, así que llénanos hoy Señor con tu presencia, llénanos de tu tierno amor, tu compasión y tu gracia. Llénanos hasta rebosar Señor para que podamos derramar a los que están a nuestro alrededor. Porque eres tú en nosotros, que solo actuamos como un brazo más de tu misericordia.

Clamo a ti Señor todo esto en el precioso nombre salvador y Señor Jesús, que reciba la gloria por nuestras vidas transformadas y por todos los trabajos que se realizan en su nombre.

En el nombre de Jesús Amén.

 

Gracias por estar conmigo, oro porque hoy puedes orar continuamente para que te vayas llenando con la misericordia de Dios y otra vez por lo que sea que estés atravesando, entender que la misericordia de Dios está contigo, él está contigo en medio de tu dolor y esa es su misericordia es mostrada para contigo en su compasión.

 

Sean bendecidos y estén bien.

Adiós

Transcrito por Carola Perez-Véra

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